El automóvil, cuyo nacimiento se produjo hace ya más de cien años, ha ido evolucionando considerablemente a lo largo del tiempo, haciéndose cada vez más y más complejo y ofreciendo unas prestaciones que ni siquiera se soñaron cuando se inventó.
Esta evolución ha hecho que la mecánica del vehículo sea, a su vez, también mucho más enrevesada, complicada y difícil, requiriendo de este modo que los especialistas en coches estén mucho más cualificados que antes.
El coche está constituido por el chasis, que es el conjunto mecánico del automóvil, y por la carrocería, la cual está destinada a proteger y transportar tanto a los pasajeros como a la carga. En los turismos, el chasis y la carrocería están integrados en una sola pieza conocida como carrocería auto-portante, en la que, en caso de impacto, algunas zonas sufren una deformación progresiva absorbiendo el golpe mientras que el habitáculo, es decir, la célula de seguridad, se mantiene intacto.
Para que se produzca el movimiento en un coche se necesita un motor, que es el elemento encargado de transformar la energía química en mecánica. Los motores más empleados actualmente son el motor de explosión, que usa gasolina como carburante, y el motor de combustión más conocido como diésel y que utiliza el gasoil como combustible.
Existen varias diferencias entre ambos como, por ejemplo, que el motor de combustión o diésel sólo admite aire, mientras que el motor de explosión admite una mezcla de aire y gasolina. Además, en los motores diésel no hay sistema de encendido, pues el gasoil se auto-enciende, mientras que en el motor de explosión o gasolina hay un sistema de encendido para provocar en la bujía la chispa que inflama la mezcla.
Es difícil decantarse por uno de los dos motores, ya que ambos acumulan ventajas sobre el otro, pero también inconvenientes.
Por ejemplo, las ventajas del motor diésel son el mayor rendimiento energético, un menor consumo de litros de combustible por kilómetro, emplear un combustible más económico (aunque actualmente esta situación ha cambiado, y el gasoil en ocasiones llega a estar más caro que la gasolina) y no dispone de sistema de encendido.
Sin embargo, sus grandes inconvenientes son que el aceite empleado debe ser de gran calidad, los motores son más pesados y por tanto tienen una peor aceleración, precisa de un nivel de atención mucho mayor, tiene un precio de adquisición notablemente superior (un coche diésel puede ser unos dos mil euros más caro respecto a su versión en motor de gasolina) y sus averías son mucho más costosas de reparar económicamente hablando. Además, a todo esto habría que añadir las recientes restricciones de circulación que muchas ciudades están imponiendo a este tipo de vehículos, en concreto a los diésel anteriores al año 2006.
Pero no sólo gracias al motor conseguimos desplazarnos en nuestro coche, existen muchos más elementos importantes dentro de su mecánica, como es el sistema de alimentación del motor de explosión (que en el diésel no existe), el sistema eléctrico, el sistema de lubricación, el sistema de refrigeración, el sistema de transmisión, el sistema de dirección, el sistema de suspensión, el sistema de frenado o los neumáticos y las ruedas.
Al existir tantos componentes es necesario mantener siempre a punto la mecánica del vehículo, por lo que no hay que escatimar en cuidados para él y es necesario acudir siempre a profesionales del sector. Un coche con todos los sus elementos en perfecto estado, es un coche seguro y eficiente, por lo que a la larga siempre se acaba ahorrando económicamente hablando.